¨Con inmensa gratitud a quienes me han tomado la mano cuando aprender se torna difícil, y a quienes disfrutan mis carcajadas ahora que me creo que los sueños si pueden cumplirse¨

Esta es una respuesta a esas miles de preguntas sobre la amistad, y a si tenemos o no amigos verdaderos, y a todo eso que realmente signifique entender a quien debería llamar uno amigo, aunque bien pueda uno llamarlos a todos amigos, pero entendiendo que una cosa es una palabra y otra muy diferente realmente serlo.

Así que llena de amor y de gratitud por todos a quienes puedo llamar amigos, segura de que lo son y que hemos roto barreras y obstáculos, este artículo lleva el nombre de lo que pienso justo cuando los tengo en frente: Este es mi lugar seguro.

Y lo digo así,  porque estoy convencida que el lugar seguro que necesitamos todos los seres humanos es aquel en el que  nos sentimos realmente libres porque podemos ser nosotros mismos en nuestra máxima expresión. Sin miedo de mostrar nuestra escencia  y contar en voz alta nuestros sueños, nuestros miedos, nuestras ideas, y todo aquello que nos pasa por la mente y que nos hace disfrutar incluso de  nuestros defectos y de nuestras maravillosas ocurrencias, porque aquellos a quienes llamamos amigos, nos aman así, como somos, sin pretensión de cambiar el mundo que llevamos dentro y con la intensión de hacer que todo lo que se nos venga encima caiga mejor y no nos deje mal heridos. Porque la verdad es que no somos sólo las sonrisas de las fotos, somos un mundo con estaciones, en el que sólo habitan realmente quienes aman nuestros días buenos y malos; y nuestro ir y venir en una vida que como ya hemos dicho, no tiene una única ruta. 

Ese lugar, en el que no tienes porqué callarte nada y hay una mano tendida siempre, es un lugar seguro. Y es el que recrean los verdaderos amigos.

Porque no hay duda que puedes ser feliz en muchos lugares, y en muchos ambientes, con mucha gente; pero esos espacios en los que el corazón se siente más lleno son contados, y son esos donde los amigos verdaderos están presentes.

Seguramente mientras leen esto están pensando en quienes son aquellos que llenan esos espacios, quienes son los que hacen que el alma encaje perfecto y nos hagan sentir afortunados, y es lindo ver como uno mismo se responde tan fácil:

Cuando se trata de querer a los demás libremente el corazón nunca tiene dudas, y siempre recuerda sonrisas y voces específicas, las mismas que han decorado los mejores recuerdos y con las que uno no quiere dejar de tener anécdotas, ni cosas por contar.

Porque créanme algo,  el lugar seguro no te lo dan todos tus contactos de celular con quienes sales a tomarte algo de vez en cuando, el lugar seguro te lo dan unos cuantos, esos que saben todo de ti y aún así siguen a tu lado, que se ríen de tus equivocaciones y están ahí para ver como te ayudan a corregir, esos que te hacen bullying y logran que te rias de ti, esos que sabes que siempre están aunque no tengas que saber de ellos a diario, esos que son parte de tu historia y sin quienes no te imaginas de viejo.

Esas personas, las que abren la nevera de tu casa sin pedir permiso, esos son quienes construyen tu lugar seguro. Si los tienes, eres al igual que yo, millonario. 

Y es parte de nuestro proceso de crecer entender que no se trata de la cantidad de mensajes, ni de llamadas, ni de brindis, se trata de la calidad de los mismos; de tener la certeza que tu llamada siempre tendrá respuesta, de estar tranquilo porque pueden regañarte pero nunca abandonarte, porque en ese lugar seguro que construye uno con sus amigos, hay muchas historias y hay muchas caídas, pero pocas salidas.

Porque de los amigos verdaderos uno no se va jamás.

Así que procura sacar siempre tiempo para ellos, llénalos de ti, pregúntate si tienen claro que estás ahí cuando te necesiten, aunque tengas poco tiempo, porque es cierto que la amistad verdadera si necesita reciprocidad, si es una conexión completa en la que la complicidad es lo primero. Así que revisa si te sientes siempre tranquilo hablando de ti y oyendo a los demás hablando de ellos, sin miedo, pon mucha atención a quien se alegra por tus alegrías y a quien no, déjalo fuera de ellas.

Hay muchas personas alrededor, pero pocas son esa paz que uno necesita a diario, donde no hay secretos, ni mentiras, y puedes quebrarte o remendarte, seguro de que nadie tomará partido de tus heridas.

Mis amigos son “La gente que me gusta” con la que cualquier vino es un poema, como dice la canción que cantamos casi siempre que estamos juntos, mis amigos son los que saben que nací defectuosa, acelerada, medio desubicada, pero llena de amor por el mundo, y me dejan darles el amor que tan desinteresadamente les tengo. Mis amigos son los que le dicen al mundo: Es que ella es así, y no hay nada que me haga sentir más afortunada que eso.

Los verdaderos amigos son a los que siempre quieres llegar, no importa si ha sido un día bueno o malo, porque sabes que es un lugar seguro. En el que no sólo se pide sino siempre se está dispuesto a darlo todo y donde puedes vivir muchas vidas más porque todo lo que viven ellos, lo vives tú también.

La amistad es la forma más linda de vivir otras vidas, es la mejor orilla  donde puedes anclar y saber que no es porque quieras detenerte sino porque quieres llegar más lejos. La amistad es la barca fuerte que puedes construir y adornar, y cuidar que esté siempre lista para navegar. 

La amistad es una puerta siempre abierta, y una ventana que te refresca, una bebida cuando mueres de sed y un chocolate cuando hace falta energía. La amistad es un oasis, una vía sin llegada que recorres eternamente disfrutando el paisaje, una manija de la que te sujetas y un saltarín en el que hacer malabares es posible, un sitio especial en el que siempre tienes mesa, una luz mientras bailas la tormenta.

La amistad es la paz, un lugar seguro en el que si miras bien,  siempre tiene vista al mar.