Te levantas y ahí está, resulta que te dormiste para ver si todo lo que veías, oías y sentías que estaba pasando era una simple pesadilla, o estabas soñando con que eras tú el protagonista de una  de esas películas de misterio y terror en las que la gente tiene que protegerse de los otros, estar aislada, encerrada quizás, mientras que afuera pueda que sigan pasando cosas de las que a veces también quisieras olvidarte, o tal vez quisieras ser el súper hérore, pero ningúna es posible. Porque tú, que acabas de despertarte, ahora notas que no es ningún sueño, y que ya no tienes ganas de seguir durmiendo, así que te das la bienvenida a un nuevo día. Y te dices a ti mismo: “Un nuevo día, del que sigo siendo el dueño. No importa si parece que cadezco del poder de tomar algunas decisiones como salir de casa, este día igual es mío, y eso nadie va a arrebatármelo”

Y empiezas así a tener un sinfín de conversaciones contigo. ¿Qué habrá pasado entonces durante la noche? ¿Habrá cambiado algo?, así que lo primero que haces es ver desde adentro cómo está el mundo afuera. Leer una que otra noticia, oir uno que otro comentario, y confirmar que tu familia esté bien, esperar que tus amigos se levanten para hacerles las mismas preguntas que el día anterior, y así tener la tranquilidad que tanto ellos como tú, están bien e iniciando un nuevo día. Uno nuevo de estos días que nunca imaginaste vivir, ¿Sabías que estás viviendo un hecho histórico? ¿Qué en unos años existirá una infidad de películas por todo esto que está pasando? Y que quizás y con suerte podremos decirle a nuestros nietos que estuvimos ahí, que vivimos esos días en que el mundo completo por primera vez desde hace muchísimo años habló el mismo idioma, y se detuvieron un par de guerras, para hacer que todos entendiéramos que no hay idea que valga sino es la vida su bandera.

Qué somos frágiles, tan frágiles como la brisa que amamos sentir en la cara, y que podemos derrumbarnos en segundos porque nos resumimos en inhalar y exhalar, eso de lo que poco nos percatamos, pero que hacemos y repetimos cada nada, inhalamos y exhalamos. Y que cuando eso se nos dificulta, no hay ganadores ni perdedores, ni razas, ni ideologías, hay seres humanos, frágiles, que pueden quebrarse, pero que saben que tienen la oportunidad de evitarlo. Y que tú, en tu casa, lo estás evitando. Si lo ves así, ya verás que también estás siendo un súper hérore. 

Y después de caer en cuenta de eso, vuelves y tomas las riendas de tu día, y puedes decidir si te quedas un rato más en la cama disfrutando de las personas con quienes estás viviendo piel a piel esto, o si quizás arrancas con tu agenda. (Ningúna opción es mejor que la otra) Cuando estás aislado no solo de los demás sino de tu ser convencional, tienes permiso a escoger la forma en que quieres llevar cada uno de tus dias, que te repito, siguen siendo tus días, de nadie más. Puedes regalarte nuevamente un día completo en pijama, o puedes quizás arreglarte como nunca antes y tomarte un par de fotos, y puede que un día quieras comerte el mundo sentado escribiendo, o cocinando, o pintando, o haciendo videos; y puede que al dia siguiente quieras ser sólo espectador de todo lo que hacen los demás: el que da clases, el que se ejercita, el que escribe (como yo, hoy, que no sé bien qué estoy haciendo pero se que siento placer al hacerlo), el que hace música, el que ese día si se quizo comer el mundo y te entretiene mientras que le llega su día en pausa y entonces serás tú el que le regale una sonrisa.

Así que digamos que esta vez, este día quieres comerte el mundo, y decides que te lo vas a comer porque recuerdas que hay cosas que tienes pendientes contigo mismo, y que llevas mucho tiempo quejándote justamente de eso, de no tener el tiempo para cumplirte a ti con esa cantidad de planes y de ideas que siguen en la lista de espera en tu cabeza…

Porque como todos los humanos, solemos darle prioridad al mundo afuera para buscar vivir extaciados de felicidad, y estamos ahora entendiendo que la prioridad si es esa larga fila de ideas en la cabeza, porque la única cosa segura que tenemos es que mientras estemos vivos seguiremos estando ahí dentro, muy dentro de nosotros mismos.

Entonces recuerdas que tienes incluso ropa sin estrenar en tu armario, ¡Porque la has dejado ahí para esperar un gran motivo para usarla! Y mientras la acaricias ahí, perfectamente doblada, recuerdas que no sabes a ciencia cierta cuándo vas a volver a salir de casa, así que por ahora parece que tienes que decidir entre seguir esperando para usarla, o hacerte feliz a ti y quedarte mirándote al espejo un buen rato, porque te hiciste un buen regalo.

¡Qué cantidad de cosas posponemos asegúrando que siempre habrá un mejor día para hacerlas! Cuando toda la vida nos hemos repetido que la vida es un segundo, y es un segundo que pasa entre la cantidad de cosas que piensas qué se sentiría hacerlas o decirlas, y el momento en que tú mismo dices: No, ahora no, lo haré luego.

Y es muy probable que la respuesta siga siendo: “Para qué voy a ponerme ese vestido si nadie va a verlo ahora” pero ahora ya sabes que tienes algo más que hacer en estos días tan especialmente diferentes, porque no solo se trata de cuidarte la respiración, también se trata de cuidarte la sonrisa, la esperanza, la fé.

Somos ese pedacito de nuestro cerebro que anda empujando a diario el carro que otro pedazo del cerebro decide dejar estático, y la noticia real es que nada activa mejor a ese pedacito que empuja, que uno mismo decidiendo como tomarse estos tragos que no quisiera llamar amargos, sino fortalecedores.

Finalmente te arreglas, te consientes, te haces ver que hay cosas claves para no olvidar que el tiempo pasa, y una de ellas es procurar verte diferente a diario, así que lo haces, y en un rato de ocio cuando ya estás listo para algún plan que a tu familia o a ti se les ocurra, ves como muchos de tus amigos están llevando la cuenta de los dias que llevan sin salir de casa, y es normal que un escalofrío te invada el cuerpo, porque si hacemos cuentas verdaderas, esto apenas está empezando, y tu ya has tenido varias conversaciones contigo y con los tuyos sobre qué inventarse, pero yo creo que es más cómo llevarmela bien conmigo ahora que no tengo tantas distracciones.

La vida es la montaña rusa más larga en la que vas a subirte, eso sí es cierto, y es que justamente nunca sabes cuando te va a tener arriba y cuando te va a voltear de cabeza, o cuando va a dejarte un largo rato en caída, pero por eso lo importante es sujetarse bien, es decir, querer vivirla como venga, entender que la mayoría de giros que trae no dependen de nosotros, pero que uno si decide si gritar, levantar los brazos, sonreír o llorar, y que al final nunca está mal como cada uno lo lleve, siempre que lo lleve, y salga de él.

Este giro de hoy en día, es el que le da total sentido a esa famosa idea de: No seremos los mismos cuando esta tormenta pase.

…pero yo he decidido pararme en el puente del “Y pasará, y ya nos veremos nuevamente” Y no vamos a ser los mismos, no vamos a necesitar ir a sitios estruendosamente lujosos todos los fines de semana, o comprar arrebatadamente un millón de cosas para después pensar en qué podríamos usarlas. No vamos a postergar por tanto tiempo ese café, con ese amigo o amiga que hace tanto nos vemos. No vamos a quejarnos porque alguien a quien queremos ver viva lejos, no vamos a necesitar que los demás siempre nos vean como tacitas de té, no vamos a jugar a no contestar llamadas de alguien que quizás quiera visitarnos, no vamos a escatimar en abrazarnos, en brindar, en decirnos las cosas lindas que sentimos y pensamos de los demás en voz alta o al oído, qué más da, vamos a amar estar cerca los unos de los otros y vamos a ser más felices, porque estamos entendiendo que no necesitamos de tantos adornos para amar nuestras vidas, y que mientras quienes amamos estén respirando, hay esperanza, de todo, por todo, para todos.

Muchas mañanas de no hace poco tiempo, al salir de mi casa decía en voz fuerte: ¡Quiero tener la vida de mis gatos! Y voilá! Ahora ellos están ahí mirándome para tratar de entender porque mamá ya no sale de casa. Y la verdad es que he procurado explicarles, porque obvio me distrae, me aleja del pánico que también genera pensar que el fin del mundo no necesita mounstruos, sino que solo nosotros podemos acabar con todo; y que es por eso que estamos en casa, conscientes de que respiramos, y abriendo los ojos a diario para decir: Hoy es un nuevo día, y es mío, así no pueda salir de casa, este día es mío.

Y como este día también es tuyo, tienes que hacer cosas que te den alegría, que te llenen de motivos, tienes que darte el chance de hacer las cosas que siempre has querido hacer y  te has preguntado si sabes hacer y nunca te has atrevido a hacerlas porque seguramente no vas a hacerlas bien, ¿Pero y qué pasa si no las haces bien?  Para quienes aseguran que no saben cocinar, ¿Qué pasa si te animas? No darás un gran banquete a muchas personas. Eres tú, en tu casa, con los tuyos. Eres tú haciéndote feliz. Quienes sueñan pintar y/o escribir ¿Qué tal si tomas todo lo que estás sintiendo ahora y lo traduces en algo que puedan ver tus ojos y por qué no los de los demás?

Cuando escribes o pintas no hay malos ni buenos, hay emociones, y uno nunca sabe a quien la va a hacer sentir cosas que le mejoren su día, así que no te guardes lo que tengas por decir, sea en colores o en letras.

Date el chance de aprender sobre ese tema que siempre te ha despertado tanta curiosidad, regálate ese tiempo en el que no sólo tengas que estar al servicio de tu rutina, sino que puedas estar a tu servicio. “Yo quiero hacer esto” y verás que así dejas de pensar que la libertad está yendo lejos a lugares desconocidos, o inventarte a diario planes que te saquen de casa, la libertad está en ti, en lo que decides que puedes hacer con todo lo que llevas dentro y que te hace único. ¡Haz algo especial de eso que te hace tan único!

Y entonces decides hacer lo que quieres, y ves como si es posible dejar de checar el tiempo, e incluso contar los días, e incluso lamentarse. Te duele, claro que te duele, cómo no va a dolerte el mundo, cómo no va a dolerte reconocer la fragilidad de la vida, ¡Nos duele la vida! Pero no puede dolernos el miedo. Comprendes el reino que tienes por poder vivir esto en casa, con la única preocupación de mantener tu calma y la de quienes te rodean, entiendes que no debiste quejarte antes y sonríes, a quienes te aman y al espejo, les sonríes.

Estás siendo tú súper hérore, y eres el súper héroe de tu familia y de tus amigos ahora que estás en casa, ahora que haces video llamadas para ver y oír sus sonrisas a plenitud, ahora que sabes que cuando todo esto pase vas a salir corriendo a espicharlos y que vas a hacer que nunca parezca que un abrazo está de más, porque lo que realmente estás extrañando no es estar fuera viendo carros pasar, o visitando nuevos lugares, estás extrañando poder ir a ver a los tuyos, tomarlos de las manos, oír su respiración, celebrar la vida a menos de un metro de distancia, y arreglártelas con todos para pasar días de esos de los que tomas un sinfín de fotos, y dejas en tu memoria por siempre.

Esto también va a quedarnos en la memoria, esto también va a lograr que sientas amor profundo por ti, y por quienes están contigo hoy, en otras casas, con otras historias pero contigo. Haciéndote saber que la vida como comúnmente la conocemos, es hermosa, hermosísima, y que esta historia que vamos a contar en unos años va a terminar diciendo:

Antes de eso me quejaba mucho, de muchísimas cosas, y después aprendí a amarlo todo, a diferenciar lo realmente valioso de lo que sólo me causa malestar, y aprendi de mi, y por qué no… Aprendí a decirme SI, y a no posponerme la vida, porque nadie sabe mañana. Nadie.

Ahora, tú y yo, que procuramos dormir un poco más para evitar darle espacio a esos pensamientos que no son bienvenidos, acordémonos cuando nos despertemos cada día nuevo que empieza, y el que le sigue después, que los días son nuestros, por encima y a pesar de todo son nuestros, y que entenderlo y hacer lo mejor de ellos es nuestro súper poder.

Los quiero y estoy aquí, despierta por mi, por quienes me aman, y por ustedes también, para que nos sigamos convenciendo de lo mucho que hay por hacer, y que por suerte, no todo está escrito todavía.

¡Salud y vida para ti que después de leer esto estás más vivo que siempre!