Qué maravilloso sería sentir ese mantra como una verdadera dosis de calma que lograra hacernos sentir tranquilos, libres de querer controlarlo todo y a la vez dependientes de ese algo por el que las cosas pasan. Qué lindo sería encontrar respuestas con solo oír un “Todo pasa por algo” de alguien que nos ama, o al  leerlo quizás en un artículo más de uno de los mil blogs que existen en el mundo.

Sería lindo si, como sería lindo también leer un poco sobre lo que vinimos a hacer al mundo, y adelantarnos uno que otro capítulo para ver si eso que tanto nos duele hoy va a dejar de dolernos mañana, y seremos quizás conscientes de que realmente todo esto que nos está pasando, pasa por algo.

Sería lindo, si, a lo mejor y haría un poco más llevaderas las cargas y fáciles las tormentas, pero la verdad es que si nos sentáramos a leer de qué se trata al final nuestra historia, y qué es eso que nos espera, estaríamos dejando de vivir un poco; porque al final vivir es arriesgarse, cuestionarse, ilusionarse, caerse  y celebrar cada vez que parece que un dolor desaparece.

Yo, loca soñadora y planeadora de un sinfín de cosas al día, ansiosa por naturaleza y angustiada normalmente por el mañana, he aprendido a soltar de a poco, muy poco realmente, esas cosas que parece que se resbalan por entre los dedos de la manos…

…y ya quisiera uno que las cosas se le salieran tan fácil de la cabeza como se le salen de las manos…

Y en ese proceso de soltar, este mantra del “Todo pasa por algo” me ha hecho pensar que la realidad es que si somos un rompecabezas inmenso que se terminará de armar algún día cuando sencillamente todas las piezas estén en su lugar. Y me gusta pensar así, en un montón de fichas que están por ahí, regadas, aveces incluso mezcladas con fichas de otros universos, para entender que quien no se queda en nuestras vidas deja justo el espacio para que la ficha correcta lo haga; que las cosas que no nos pasan y que quisiéramos que nos pasaran sencillamente son de otro paisaje que no va con el nuestro; que eso que nos pasa y que no quisiéramos que nos pasara es justo esa ficha difícil del rompecabezas que parece que no encajara en ningún lugar pero que después encuentra su sitio y todo cobra sentido. Cobra sentido porque justo le da forma al dibujo final.

Somos un montón de pedacitos que procuran andar siempre juntos buscando otros pedacitos.

Nos imagino caminando por la vida procurando no desbaratarnos, y no quedarnos estancados en los miles de por qués de los que está lleno el camino cuando los planes se caen uno a uno, como gotas de lluvia que golpean el marco de la ventana, y que uno se queda mirando imposibilitado para evitarlo.

Nos imagino entendiendo que las fichas que querramos retener, no van a quedarse si no encuentran lugar en nosotros. ¿Cuántas veces, cuántas fichas sencillamente no van donde estuvimos seguros que entrarían? Me parece verme haciendo rompecabezas en preescolar, pensando en como deformar una ficha para que si entrara donde yo la queria. (¿Por suerte crecí no?) ¿Se imaginan que tuviéramos que desbaratar nuestras fichas para que las cosas simplemente fueran como las hemos planeado? No es lo mismo llegar a la meta cuidando lo que somos, que llegando sin conocernos, y eso es algo de lo que por suerte si somos dueño. Del como y hasta quizás del para qué.

“El para qué” Otro mantra gigante para tratar de suavizar los tragos más sorprendentes (por no decir amargos) de la vida, cuando nada es lo que parece, y mucho menos se parece a lo que soñamos. Y nos taca sacar la fuerza de no se donde para empezar a entender que son pocos los porqués que tienen respuesta, y que al final por más pataletas que le hagamos a la vida, la vida va a seguir mostrandonos que no todas las fichas son nuestras, ni juegan de nuestro lado.

Por mi cabeza poco cuerda y a veces desafinada, pasan a diario imágenes de un montón de fichas que no encajan, simplemente no van ahí, y que por eso me han dolido en lo más profundo de mi ser, pero también pasa que recuerdo otras que no encajaron y que gracias a eso me tienen donde estoy, con quien estoy, y hasta quizás escribiendo esto, ahorita, en esta barquita de este río que nadie conoce, pero nos toca navegar a todos; porque si es cierto que todo pasa por algo, pero nosotros somos dueños del como, y ese como es la mejor forma de mantenerse a flote cuando parece que alguien ha cogido todas las fichas y volvió a revolverlas, no para que nunca se armen, sino para que nos tome más tiempo llegar a la meta; no justamente para que nos duela más, sino que por el contrario vivamos más.

“Todo pasa por algo” si, si es así, si encajan muchas cosas, si hay cosas que te demoras más en entender y después lo ves todo más claro; pero hay cosas por las que también necesitamos luchar porque este rompecabezas no se arma solo, no podemos simplemente depender de ese algo, hay que poner de nuestra parte, hay que salir a decir: YO QUIERO ESTA FICHA AQUÍ, y solo cuando estemos seguros de haberlo dado todo, y notar que definitivamente no encaja, desistir. Antes no. 

…Y ojalá que desistir de los sueños no nos costara tanto, y ojalá que el amor no nos doliera igual…

Pero esa cajita que somos, llena de fichas que esperan su otra mitad, puede siempre volver a empezar.