“Ponte siempre zapatos, no hagas ruido en la mesa; usa medias veladas y corbata en las fiestas. Las mujeres se casan siempre antes de 30, sino vestirán santos aunque así no lo quieran…”

Sí. Yo a Shaki, la amo. Pero también debo confesarles que me iba enloqueciendo un poco con lo de “Antes de 30” Porque por si ustedes no lo saben, aunque espero que ya lo sepan, estoy a mes y medio de mis 30; y no soy la señora que me imaginaba sería para cuando ese día llegara. Ni tampoco soy la “chica de al lado”, ni tengo la suerte que tienen otros, ni me queda la ropa como a otras, ni tengo todo resuelto, ni es posible que arme una vida perfecta pensando en la de otras. Yo, soy yo, y no llegué a la vida con un plan en la mano, ni vine al mundo para cronometrar los días felices, ni puedo borrar en un abrir y cerrar de ojos los amargos.

No soy como otras, no sé cómo sería serlo y ¿Saben qué? La verdad es que nunca lo voy a saber.

Y no saberlo también hace parte de entender que no vinimos a seguir instrucciones, porque sencillamente no existen. Ni estamos en una competencia por etapas para ver quién va viviendo cada una primero, a quién le queda más fácil, quien se adelanta y a quien le cogemos ventaja. No hay razón para lamentarse porque los triunfos de otro no hayan sido los propios, ni para repetirnos frente al espejo que todo lo que somos será mejor cuando llegue ese gran día.

¿Cuál es el gran día?

La vida es un rompecabezas de días y no puedes disfrutarla solo cuando esté completamente armada. En este juego cada pieza encaja diferente. ¿Qué tan aburrida sería la vida si todos fuéramos la misma ficha? ¡Todos viviendo lo mismo al tiempo! ¿A quién llamarías a celebrar tus triunfos si cada quien celebrara lo mismo al tiempo? La vida no se trata de tener a diario noticias que contarle al mundo, se trata de las cosas que te cuentas a ti mismo.

¿Qué tanto avanzaste hoy? ¿A quién le diste luz? ¿De quién fuiste sombra? ¿En quién dejaste huella?

Si me lo preguntan a mí, ese es el éxito que me enloquece: Dejar huella. Nunca llegar primero, sino llegar mejor, cada vez más completa. Recogiendo de quienes van adelante los aprendizajes y dejando en quienes me necesitan una que otra clave.

Cuando nuestras historias, risas, lágrimas y camino se acaben, no vamos a encontrarnos alguien que en sus manos tenga una lista de cosas cumplidas, para ver si podemos o no entrar a la eternidad. No. Eso nunca va a pasar. No existe un juez pendiente de revisar qué tantas cosas de las que la sociedad se ha inventado cumplimos, ni cuanto nos demoramos en cumplirlas.

Allá arriba, cuando esta historia termine no van a estar tus triunfos o tu derrotas esperándote, van a estar las personas que te aman y que quizás se te han adelantado en el camino. ¿Y sabes qué es lo primero que te van a decir?

¿Fuiste feliz?

¡Fuiste! No: hiciste, llegaste, ganaste. Simplemente fuiste.

Porque somos lo que logramos sentir a lo largo del camino, las emociones, las esperanzas, los planes, somos lo que dejamos que entre en nosotros; y aunque tienes que vivir al límite para que te emocione hablar de tu vida, no puedes depender de que lo que planeas ocurra, no puedes esperar a ser feliz cuando eso realmente suceda, no puedes creer que “Cuando seas grande” todo va a ser diferente; porque como dice la canción: Hoy tenemos, mañana no sabemos.

Y entonces la ruta que nos queda es creer, es confiar, entender que este rompecabezas de vida que tiene cada uno, tiene una forma final, pero nadie sabe cuánto se demora en armarse, y mientras tanto hay que estrellarse con muchísimas fichas, hay que jugársela, apostar, esperar, y a veces aguantar. Si. Por duro que parezca, sí. Al tiempo hay que darle tiempo, hay que comprender que a veces vamos a tener que estacionarnos en calles vacías de las que queremos salir corriendo, y no siempre vamos a poder salir corriendo inmediatamente de ahí, vamos a tener días en que sentimos que la vida pasa y no nos lleva con ella, pero “la vida es un ciclo”, y siempre vuelve por uno, y lo levanta y hace que uno se repita: “Eso no era para mí, porque venía algo mejor” “Qué bueno que supe resistir ese momento, porque ese momento me trajo aquí”

“Tiempo al tiempo

Cada huella irá encontrando su arena,

Cada beso deteniendo un momento

Y cada canción matando una pena”

“Gracias”

Jorge Drexler

Cada canción irá matando una pena…

Tiempo al tiempo, tiempo a la vida, tiempo a las pequeñas cosas, tiempo al proceso, tiempo al cambio, tiempo al camino que vamos andando.

Frustración es la palabra que lleva uno siempre colgando en el llavero, porque a todos y a toda hora nos pasa, porque muy pocas cosas salen bien a la primera, porque si supiéramos cuántas veces hay que intentarlo para lograrlo no nos esforzaríamos desde el principio, porque nadie sabe si está tomando la decisión correcta hasta que la decisión se vuelve su realidad, y porque nadie puede asegurarte que por donde vas es por donde mejor te va a ir.

Pero en la vida se vale perderse, se vale probar otras rutas, ir por la trocha, ir de bajada y muchas veces de subida, y porque nadie que no se haya perdido un rato ha vuelto sin repetir las cosas que aprendió en el viaje.

No se vale vivir en línea recta, no se vale ir tachando el “check list” para el que parece que vinimos al mundo, no se vale perder la paciencia y mucho menos las ganas.

Porque por suerte la vida no viene armada, ni es una cuenta regresiva, ni es un parque en el que tienes que probar todas las atracciones corriendo. La vida es el río que también dejas que te lleve, la vida es el agua que te refresca cuando te sofocas, y cuando te detienes, la vida es la magia en las pequeñas cosas.

Vivir es fluir, entender que la corriente hace que todo pase, y que lo que tiene que ser, sea, y que lo que no, no logre ahogarte. Vivir es vibrar, y no existen dos vidas que vibren igual, cada ficha tiene su forma, su luz, su magnetismo, su color, su aroma.

Cada ficha encontrará a su momento la cordura, la correcta postura, la forma de encajar y levantarse a decir:

“¡Cuánto tiempo estuve esperando esto! ¡Cuánto de la vida invertí en que llegara! Por suerte disfruté la espera, por suerte me perdí en la carrera, por suerte llego aquí sin miedo, sin tener que cambiarme de acera.”

“Tiempo al tiempo”, como agua para las flores, como semillas al campo, como amaneceres que se nos van juntando, uno tras otro los días que van pasando, que no solo pasen esperando, que te hagan crecer, vivir de ti enamorado.

La vida no trae receta, pero debe ser saboreada…

¿Ya la probaste?