“No hay bella melodía en que no surjas tú, ni yo quiero escucharla, si no la escuchas tú” Ayer oyendo esta canción pensé: ¡Claro! Eso es extrañar a alguien. Eso es desear tener a ese alguien contigo todo el tiempo, para hacer recuerdos juntos y después decir: ¿Te acuerdas de ese día? ¿A qué te acuerda esa canción?

Y mientras extrañaba a mi persona favorita, sonreía porque en un par de días lo vuelvo a ver y cada vez que lo dejo de ver vuelvo a dimensionar lo que realmente somos. Y entonces se vinieron a mi cabeza varias cosas por escribir para contarles mi postura sobre la gran diferencia entre extrañar a alguien y que alguien nos haga falta. Todos tenemos a alguien a quien extrañar, y a alguien que nos hace falta; y no necesariamente son la misma persona.

Es más, creo que puedes extrañar a muchas personas, pero solo unas cuantas van a hacerte falta; y solo nosotros podemos controlar esa diferencia. Así que aquí voy a tratar de explicar cómo es que veo yo las cosas alrededor de esto.

Todo radica en la necesidad, ¿A quién necesitas a tu lado para algo? ¡Ojo! Que cuando hablamos de necesidad, hablamos de grandes y peligrosas cosas. Uno en la vida puede amar profunda y ciegamente a su pareja, pero de ahí a hablar de necesidad hay que ser muy precisos porque no puedes entregarle a otro un poder tan grande sobre ti. Cuando alguien nos hace falta, la simple expresión traduce un vacío que no puede ser llenado por otra persona, lugar, experiencia o cosa. Es un pedazo nuestro que no está y que por lo tanto nos traduce cierta clase de sufrimiento. “Me haces falta” y ¿Para qué nos hace falta alguien? ¿Qué es eso que no podemos hacer si el otro no está? Por favor, si usted lee esto y su respuesta es “Para ser feliz” ¡Hablemos! Porque para eso es lo que menos debemos necesitar a alguien. Que alguien nos haga falta, y no quiero sonar cruda, es una expresión que para mi denota debilidad y dependencia de alguien. Es cierto que uno de los mayores dolores a los que nos enfrentamos los humanos, es el momento en que entendemos que las cosas que hemos soñado y planeado ya no van a ser porque alguien se fue; y que entonces, y mientras lo asimilamos todo, esa persona que se fue nos hace falta para realizar todo eso. Pero, a manera de voz sensata, ¿Nos hace falta? Desde el punto de vista de: Yo creo que puedo hacerlo solo, lo que pasa es que no quería hacerlo. Pero ahora que te vas, tengo que querer.

La vida que tenemos es un conjunto de idealizaciones y planes que normalmente no construimos solos, y que van cogiendo forma con la ayuda de quienes nos hacen soñar y amar cada uno de nuestros días; y cada quien llega a nosotros y está en nosotros el tiempo justo para transformarnos de alguna forma, pero nunca para que nos volvamos dependientes de ellos. “Y si un día te vas, voy a extrañarte como a nadie más, pero no vas a hacerme falta para nada” ¿Difícil de entender no? A mi también me tomó mucho tiempo, y Dios quiera no tenga que vivir algo así mañana, pero seguro varios de los que leen esto pueden estar viviendo algo así, y a mi los vacíos me inspiran mucho.

No dejes que nadie te haga falta para algo, construye con alguien, enamórate de alguien, vive feliz con alguien, pero no le entregues el poder de necesitarlo, y te juro que por ahí empiezan los amores eternos. Cuando cada ser como individuo puede vivir su vida con armonía, sin depender del otro, pero igual decide regalarle a ese otro todos sus días.

Nadie te hace falta, nadie se ha llevado tus manos, o tus pies; a veces nos quitan la sonrisa por un tiempo, pero si la dejamos, ella vuelve.

Ahora, lo que si nos pasa y me pasa absolutamente todo el tiempo, es que extraño a alguien, extrañar a alguien que es lo más grato del mundo, lo más bonito, lo más significativo. “Te extraño porque nunca había visto un atardecer como este y hubiera sido más espectacular aún si hubieras estado a mi lado” ¿Qué lindo no? Viví esto, fui feliz, logré lo que quería y no estabas tú, pero te extrañé todo el tiempo. A mi lado en la mesa para el desayuno, en los tragos de la noche, y en la cama donde dormí. Te extrañé porque quiero compartir contigo toda mi felicidad, quiero que sonrías viendo las cosas que me hacen sonreír y que nos perdamos juntos en lugares que visitemos por primera vez, y quiero que quedes en todos mis recuerdos. Pero acuérdate que no te necesito para ello, sólo te quiero ahí, conmigo. Para verte crecer a mi lado y que me veas brillar al tuyo, y nos ríamos de las veces que nos equivoquemos, y cuando tengamos que empezar de nuevo, y así la vida, juntos, sin necesitarnos pero queriéndonos para todo. Te quiero cerca para no extrañarte, porque no quiero contarte mi vida, sino vivirla contigo.

¿Ven la diferencia? Extrañar a alguien, por el contrario de “Me haces falta” , radica en la añoranza, en el amor más bonito, más inteligente; en el que todo es mejor si estamos juntos, pero si no, aquí te imagino, aquí te espero, aquí volveré contigo.

Podemos extrañar a muchas personas, en muchos momentos de nuestra vida, porque nos encantaría oírlos reírse a nuestro lado y nos acordamos de los chistes que contaban; y amaríamos saber de ellos porque los momentos que compartimos fueron increíbles; pero los extrañamos desde la alegría y no desde el dolor, no desde el vacío, o el desasociego, sino desde el cariño. Y eso nos hace ser personas más felices, más plenas. Extrañar es algo agridulce, pero siempre desemboca en algúna sonrisa que recuerda por qué extrañamos a alguien. Mientras que el sentir que alguien nos hace falta, nos desequilibra, nos detiene. Y en esta vida podemos hacer pequeñas pausas cuando algo inesperado pasa, pero nunca detenernos, o estacionarnos en el deseo de algo que al final ya no depende de nosotros.

No le demos el poder a nadie más de completar nada de nosotros, no dejemos que nos hagan falta. Démosles todo nuestro amor, energía y alegría para que nos extrañen cada instante, en cada rincón y lugar. Para que nos quieran al lado siempre, y no precisamente para que los hagamos felices; sino para compartir su felicidad con nosotros.

Porque acuérdense que somos lo que dejamos en los otros y no lo que los otros hacen en nosotros.

Y tú amor mío, te extraño, y no hay bella melodía en que no surjas tú.