Si, ya sé lo que piensa uno ocho mil veces al día cuando los ve a ellos siendo tan felices con pequeñas cosas, o arreglándose en cinco minutos, literal. O cuando estamos en esos días del mes y ellos no logran entender que lo único que queremos es morir un rato, sin tener que explicarle a nadie por qué nos sentimos tan mal, o por qué sencillamente lo odiamos todo. 

Si, esa es la verdad, un resumen de lo que los hombres dirían si uno les pregunta si serían mujeres: Uy no, pobrecitas, eso es muy duro.

Y si, la verdad es que si es duro, pero es fascinante. Si volviera a nacer y me preguntaran si quisiera ser mujer u hombre esta vez, respondería sin dudarlo: mándame otra vez mujer, que ya se como hacerlo mejor. O, esta vez no me quedo con esa espinita. 

Este artículo, quise escribirlo porque me parece apasionante poder transmitirles algo de esto tan lindo que siento todos los días al disfrutar ser mujer, saber que puedo cambiar todos los días, transformarme, reinventarme, y que desde que yo me convenza a mi misma de las cosas que soy capaz que hacer, me hago invencible. Y créanme que lo mismo les puede pasar a ustedes.

Como mujeres tenemos todas las herramientas para divertirnos con nosotras mismas y descubrirnos todos los días, en la capacidad innata que nos acompaña de pasar del llanto a la sonrisa en segundos, y poder hacer que el mundo entienda que nuestra fragilidad no es debilidad sino fortaleza, porque expresar todo lo que sentimos es más fácil, nos permitirnos caer y nos ayudamos a levantarnos, ponemos nuestra mejor cara, nos dedicamos horas a mirarnos al espejo para entender que somos lienzos en los que podemos pintar nuestras emociones, o nuestro mood del día.

¡Qué delicia ser mujer y disfrutarlo! Ver la vida con esperanza siempre, y planear un millón de cosas que la mayoría no salen justamente como las planeamos pero que nos emocionan igualmente, porque como mujeres vivimos literal con la piel todo lo que nos ocurre, y eso mis queridas es invaluable.

Es invaluable juntarnos con nuestras amigas, las que normalmente no son iguales a nosotras, pero encajan justo en todo eso que a veces nos hace falta, hasta para tomar decisiones. Es una delicia saber que podemos hablar de la vida por horas, sin necesidad de nada más, y que creemos que podemos cambiar el mundo sentadas en cualquier sofá con un par de vinos a la mano y las mujeres que amamos alrededor nuestro. Es más, muero de risa cuando todos mis amigos hombres se preguntan de qué tanto podemos hablar nosotras por horas sin enloquecer, y nosotras solo reímos, porque el mundo que tiene cada una en la cabeza es gigantezco y quién sabe si un día lo recorramos todo. (Risas)

¿Sabían que el término ¨sexo débil¨ hace sólo referencia al tamaño corporal que tenemos? Viene de la medicina porque nuestra estructura corporal es menor a la de los hombres. Pero ¿Saben lo qué eso significa? Que no hay sexo débil en realidad. La fuerza corporal sirve para muchas cosas, si es cierto, y usaré la fuerza corporal de mis amigos hombres toda la vida, porque que delicia que me carguen la maleta de vez en cuando o nos destapen cualquier tarro que esté muy duro. En mi caso, disfruto en demacía sentirme protegida por mi novio, hacerle saber que pocas veces voy a ser yo la que lo guíe en una ciudad desconocida, o que quizás jamás vaya a estar completamente segura de lo que quiero comer. Y lo disfruto porque es esa parte de mi feminidad que también atesoro, y es la dicha de dejarme consentir, de hacer pucheros sin temor a ser reprochada y de poder quejarme de un montón de cosas al día que nunca se vuelven amargura,

Pero si me dejan hasta reírme de las cosas que pasan a diario y agradecer siempre porque puedo vivirlas a plenitud, porque por suerte puedo llorar sin que nadie me diga: Sea varón.

Y créanme que hay una diferencia muy grande entre tener una estructura corporal menor, y ser débil. La debilidad es en la vida real tan diferente a eso. Es imposible que el ¨sexo débil¨sea el que de vida exactamente, y que se levante a diario a controlar un montón de hormonas que al menos en mi caso viven en unos desordenes bárbaros, donde a las ocho de la mañana puedo ser una, y a las tres de la tarde otra, que a veces hasta yo desconozco. Vivir con nosotras mismas y nuestras mil ocurrencias es una aventura de 24 horas al día durante 7 días a la semana, que aunque sea agotador es tan enriquecedor, tan placentero.

Ser mujer es entender que de verdad la vida no nos la dieron para salir intactos de ella, y que ni enamorarse, ni darlo todo por alguien, ni tener ilusiones, ni soñar con el futúro es fácil, pero que es posible siempre estar abiertos a ello.

Quiero que tú, la mujer que está leyendo esto, estés feliz, o estés en un mal momento, termines de leerme con una sonrisa hoy, y te pongas a pensar qué quisieras hacer por ti hace tiempo y no lo has hecho por dedicarte a los demás. Quiero que a veces seas un poco egoísta y te regales un rato de fantasear, consentirte, mirarte al espejo y decirte cosas bonitas. Quiero que si tienes ganas de pintarte el pelo lo hagas sin pregúntarle a los demás, quiero que no tengas miedo de ponerte ese vestido que tienes colgado en tu armario hace tiempo, porque quién sabe qué va a decir la gente. Es una frase de cajón, pero créeme cuando te digo que la vida es muy corta, y más para nosotras que queremos hacer tantas cosas al día, y cumplir tantas metas, y dar vida, y tener la fiesta de matrimonio soñada, y los hijos soñados, y la familia soñada. Y quiero también que sepas que si no quieres casarte, ni tener hijos, no eres parte de un grupo de mujeres diferentes. NO. Todas las mujeres somos diferentes y ahí está la magia.

¿Se imaginan un mundo donde todas las mujeres fuéramos iguales? ¡Qué Dios libre al mundo de dos Alejandra María Ortega! Sería traumático para el mundo, y para mi.

 Y es mágico que seamos tan diferentes porque es por eso que podemos enriquecernos a diario la una de la otra, admirar las cosas que hagan brillar a las demás, y entender que el brillo no es finito, y que todas en nuestro lugar en el universo infinito brillamos. La riqueza está en las dieferencias que logren complementarnos y enseñarnos algo, no te quedes sólo con mujeres que piensen igual que tú, oye a quienes son completamente diferentes y gózate las novelas que tenemos todas en la cabeza, es más,  gózate a ti misma con tus mil novelas, y sé feliz, y

Levántate todos los días sin que pensar que ponerte sea una tarea tediosa sino por el contrario un momento espectacular para pasar tiempo contigo.

Soy mujer, y si no fuera mujer sería trans. No tengo ningúnda duda de ello, no me molestan los cólicos mensuales porque eso sólo significa que estoy bien de salud y que puedo dar vida, no me preocupa vivir pensando en qué más me invento para bajar de peso, porque al final es algo que hago por mi y no por los demás, porque la vanidad es un tesoro cuando aprendes a disfrutarla, y cuando entiendes que no tienes que hacer nada por nadie que no seas tú. Lo que haces porque los demás te lo dicen, y no le ves la importancia o no es relevante para ti, en vez de llevarte a la felicidad te va a producir amargura, así que sé tú, se la mujer que quieres ser, la que te sueñas tú, no la que ves en las revistas, ni en las redes, sé la mujer que se da palmaditas en la espalda muy de vez en cuando, y la que incluso se ríe de ella en este proceso tan lindo de construcción en el que, la verdad, vamos a durar toda la vida.

Soy mujer, y lo disfruto a cada instante, y disfruto incluso oír frases como: ¡Ay mujeres, quién las entiende! Queridas, creo que no vinimos al mundo a ser comprendidas, sino amadas, así, tal como somos, en nuestros momentos de cordura, y en los de locura. Somos la sal, y adivinen qué hace siempre la sal: Dar sabor.

Y ya para que exploten de la emoción por todas las oportunidades que tenemos de ser quien queramos cierro con esta cita que me encanta:

“One is not born a woman, one becomes one” Simone de Beauvoir.

Las quiero mujeres divinas.