Ven, siéntate, ponte cómodo, dime si quieres tomarte algo, lo que quieras, tengo prácticamente todo lo que nos gusta; y tu sabes que si hay algo que tengamos tú y yo en común son nuestros gustos. Ambos somos amantes de los buenos ratos, de los triunfos, especialmente de los que otros reconocen y del éxito que traen consigo, el que también otros ven y a veces celebran, o a veces ignoran.

No te molestes en presentarte, ni diré yo nuevamente mi nombre, ni las cosas a las que me dedico; las conoces bien. Has estado ahí a veces impulsándome a sacar todo adelante y a veces castigándome cuando algo no sale bien.

Eres esa parte de mí que busca que nadie me toque, que nadie se meta conmigo, que nadie me vea vulnerable, decaído. Eres como una roca que cuando hieren molesta, molesta como la ropa que no es de tu talla, o como el olor que te desagrada, molesta.

No espero que sepas para qué te he pedido que vengas, no tienes la sensibilidad para saberlo, y por eso te cuento: es hora de que tú y yo empecemos de ceros, de nuevo, como un par de seres que se cruzaron y van a conquistarse con la única misión de enamorarse sin que duela. Hay cosas tuyas que quiero eliminar de mi vida, y otras cuantas que modificar, y unas pocas que dejar conmigo. Así que si te parece querido ego, empecemos de ceros.

Necesito que me dejes de llenar de inseguridades cuando voy a animarme a hacer algo nuevo, diferente, cuando tengo ganas de oír a mi niño interior y saltar al vacío para sentirme después más lleno. Necesito, en otras palabras, que dejes de repetir que voy a avergonzarme de una que otra cosa de las que se me ocurre hacer para sentirme más feliz, más vivo. No quiero volver a oírte decir que mi reputación se va a ir al piso por mostrarle a la gente cosas cada vez más humanas de lo que soy, o que es necesario que aparente cosas solo para quw tu estés completamente tranquilo y sepas que nadie se va a meter contigo.

Querido ego, no vine al mundo para vivir como tu esclavo, para estar martirizándome todos los dias porque la gente diga que lo hago bien, que soy el mejor, que soy un campeón, que puedo con todo, que nada me duele, que nada me derrumba, que nadie puede derrotarme, que tengo más que el otro, que sé más que otros, que he sido más afortunado que muchos, qué saldré mejor de esta; ¿Sabes cuánto pesa llevarte encima repitiendo todo el tiempo “Gánales”?

No vine a la vida a hacerla una competencia, no quiero seguirte alimentando para después entender que esta bien hacer las cosas por mi, porque me hacen feliz, y no para que tu te infles y vivas a costa de lo que lucho a diario.

Eres bueno cuando quieres, cuando por ti decido irme del lugar en el que no me quieren, cuando hago valer mis derechos, cuando pongo un alto a cualquier situación que me haga daño y me levanto de la mesa al darme cuenta que para mi ya no hay nada.

Me anima saber que te tengo para tomar desiciones en las que debo ponerme de primeras, en las que es mi tarea y la tuya recordar cuánto valgo y alejarme de quien no lo recuerda.

Ahí, cuando me tomas de la mano para no dejarme quedar donde no soy un ser querido, te amo y te admiro, porque eres esa parte de mi que siempre sabe lo que merezco, y está bien que las personas busquemos siempre el lugar que merecemos, sea al lado de alguien, sea en nuestros trabajos, sea en nuestros sueños. Está bien que gracias a ti sepamos quienes somos y queramos ir por más, esta bien que estés a mi lado para que no se me dificulte entender que merezco lo que sueño, y para que nadie tenga permiso de entrar en mi, si no le abrimos la puerta.

Por eso estás aquí, al frente mío leyendo esto, por eso preferí decirte las cosas que vamos a cambiar los dos, porque no se trata de que no existas, se trata de que no me gobiernes. Porque cuando me gobiernas me quitas la paz, la serenidad, la calma de ir viviendo mi vida a mi manera y no a la de los demás, la calma de recibir las cosas de la vida como van llegando y dejar de medir las alegrías en tiempos o en logros.

La vida no es el check list que quieres cumplir para abrir tus alas como pavo real.

La vida es la canción de la que nunca te sabrás toda la letra y aún así las bailarás todos los días.

Permíteme ver en los demás caminos y puentes, nunca murallas. Permíteme entender que todos vinimos a florecer en nuestros jardines, y que nuestros jardines nunca van a necesitar el espacio de otro.

No dejes que desfallezca cuando no consigo algo a la primera, ni mucho menos cuando alguien lo logró primero. No me hagas arrogante, no quiero perderme en tus lados más oscuros donde sólo me permites ver lo malo de los demás para alimentarte.

Me uno a ti para hacer lo mejor de mi, mi mejor versión, mi mayor esfuerzo, para que quienes me aman se enorgullezcan y agradezcan estar en mi camino, acompañarme a recorrerlo; pero a la vez me separo de ti para dejar de cargar con la obligación de ser el mejor, ser el primero, ser el más, ser el que todo lo puede. No quiero vivir de eso, quiero vivir feliz, en la plenitud de una vida en la que lo intento todo porque amo estar vivo y seguir mis deseos, pero sin la necesidad abrupta de ganarlo todo o de sentirme abatido por todo. No todos quieren hacerme daño, y tú y yo, vamos a encargarnos de verle el lado bueno a esto tan lindo que empezamos a construir.

Gracias por hacerme enamorarme de mi, es hora de que me liberes un poco.

Dame un abrazo de esos que dice: te quiero y te libero de mis presiones, vamos a empezar de nuevo.