Esta mañana cuando veía una de tantas páginas de esas que me gustan de los astros y el horóscopo, (aunque no entienda nada) encontré una que decía que los piscis perdonamos, olvidamos y pasamos la página. Y pensé, bueno, yo siempre he perdonado y he pasado la página; pero siempre me acuerdo lo que perdoné, a quien perdoné y como después de tener que perdonar cambia un poco mi visión sobre ese alguien a quien fue necesario perdonar. Sé que pensarán que eso no es pasar la página, pero así se siente; así lo veo porque la verdad es que dentro de mí habitan una infinidad de sensaciones, sentimientos, dolores, alegrías, bueno de todo; pero si hay algo que puedo presumir es que no cargo con rencores, no me pesa rabia dentro, ni un mal deseo hacia alguien que me haya herido antes; he aprendido que es la vida y no yo la que se va encargando de mostrarle a quien nos ha hecho daño que es mejor ir caminando sin dejar heridos con nuestro paso, porque aunque no inmediatamente, con el tiempo el camino si se va oscureciendo para quien ha hecho su recorrido un mar de víctimas. Sí, de víctimas, porque al final eso somos justo en el momento en que necesitamos decidir si perdonar o no a alguien, a ese alguien que consciente o inconscientemente a herido algo que somos, ha interrumpido nuestros planes, o nos ha dejado vacíos tomando fuerzas para intentarlo de nuevo.
Hoy yo quiero que tomes fuerzas, perdones y lo intentes de nuevo. No sé que te hayan hecho para que sientas que debas perdonar a alguien, pero si puedo decirte porque es esencial que perdones: porque perdonar es tu salida.
Porque no perdonamos para que el otro se sienta mejor, o para que crea que no fue difícil lo que hizo, perdonamos porque muy difícil ya es la vida de por sí, como para andarla oscureciendo con rencores que se acumulan dentro.
Necesitamos mantener limpia nuestra casa, nuestros deseos, lo que nos alimenta que es todo aquello que sentimos, pensamos, cargamos. Necesitamos andar livianos. Una herida se agranda cuando te quedas pensando que al otro también debería dolerle. Y si les soy sincera toda la vida he tenido la pregunta que aún no sé como contestar pero la dejo aquí para que ustedes también se la hagan: ¿Sufre más la víctima o el victimario?
Y entre más me lo pregunto, vuelvo a la misma respuesta que me inquieta pero es la que siento más correcta y es: no quiero ser el victimario. Me ha dolido más serlo, me ha estorbado más cuando fui yo quien hizo el daño; al final la víctima se sumerge en una profunda tristeza pero no anda cargando culpas, y puede, normalmente, asegurar haber hecho las cosas bien.
¡Qué importante que es andar por la vida con la sensación de haber hecho las cosas bien! Tener la seguridad de no estar hiriendo a otros, haciéndole mal a otros, perdonando a otros.
“Perdonarte es mi salida” es de esas frases e ideas que quiero regalarles para que empecemos a pensar y a considerar el perdón como la cura de muchas de las heridas que permanecen abiertas, heridas que incluso a veces otros nos abren sin darse cuenta, y no sabemos si nos duele más la herida o justamente que no noten que nos hieren.
No dejemos que el ego se siente al lado del perdón para impedirnos perdonar lo que por nosotros mismos debemos perdonar, no frenemos nuestra vida en una zanja sin salida que solamente nos va oscureciendo el camino.
Perdonar no es olvidar, es pasar la página y empezar a leer la siguiente, es la salida más valiente, más limpia, más capaz de seguir mirando al frente.
Ya quisiéramos mucho poder devolver el tiempo para impedir millones de heridas que hemos visto abrirse en nosotros y que se han abierto en otros, pero nada de eso sucede, de nada nos sirve sentarnos en un sin perdón eterno donde lo único que ocurre es que los huequitos de esas heridas se van abriendo. Perdonar no elimina las heridas pero si va permitiendo que se sequen, y recuerda que las cicatrices son muestras de que algo nos dolió una vez pero sanó, aunque no lo hayamos olvidado, sanó.
Entrega ese “perdón” que tienes pendiente, hazlo por ti no por quien te lo pide, esa es la única llave que tenemos para seguir adelante, porque la salida es eso que nos asusta pero que necesitamos cruzar. Como prácticamente todo en la vida: no evites lo que por el hecho de estar vivos debemos sentir, atraviésalo, te duela o no, y verás como al otro lado se ve mejor.