Hace unos meses, en una de mis crisis de desesperación, tristeza, aburrimiento, y muchas otras cosas que experimentamos todos en días en los que nos perdemos tratando de encontrar salidas y respuestas, llegué a mi casa devastada a pedir que mi vida fuera diferente, y no pude tener mejor respuesta que la que me dio mi novio al tomarme la mano y decir:
“Pero tu vida real soy yo, y son las personas que te quieren, y es nuestra casa; lo demás no”
Y de inmediato cambié mis palabras, y mis pensamientos; y aunque me costó digerir y entender lo que me estaba diciendo, cuando lo logré encontré paz, y la paz es la clave para cualquier final y comienzo, comienzo como el que estamos viviendo todos en este momento, porque aunque para muchos nada cambia, empezar un nuevo año es volver a tener esperanzas en que algo diferente suceda.
Esta semana la mayoría de ustedes empezará pensando o diciendo: “Bueno, es hora de volver a la realidad” y yo quiero que con este artículo hagamos entre todos más sencillo ese “Volver” y entendamos que sea cual sea nuestra situación, o el lugar o las actividades a las que volvamos, la realidad la llevamos siempre en nosotros, en la piel.
La realidad es lo que nos permitimos vivir, y cómo nos permitimos pasar el tiempo rodeados de las personas que están siempre ahí, aquellos a quienes llamamos cuando queremos huir, o cuando queremos celebrar algo, o cuando tenemos dudas sobre las cosas que pasan o sobre los caminos a recorrer.
La realidad es la alegría, y la tristeza, la vulnerabilidad, la gente que te ama, las cosas que dejas que entren y salgan de tu mente, los pensamientos que tienes sobre ti, la forma en que también te amas y te proteges a ti mismo del mundo, eso es lo real, y lo real siempre va contigo.
Por eso no se trata de “Volver a la realidad”, volvemos a la rutina, al medio, al camino que estamos andando para llegar a un fin, un fin tan sencillo como otras vacaciones, o uno tan importante como nuestro crecimiento personal y profesional.
La realidad siempre está ahí, en las llamadas que recibimos y que hacemos a nuestros padres, en las veces que oímos y decimos un te amo, en los planes que nos emocionan, y en el corazón que dejamos en las cosas que hacemos.
“La vida real” eso que nos han vendido como algo crudo, donde no todo es color de rosa y nos toca salir a enfrentarnos al mundo e incluso oír todo aquello que quienes no creen en nosotros tienen por decir, no es tú realidad, no es lo que te define, no es quien eres; quizás lo que haces, pero no lo que eres.
Y cuando logras entender eso, empiezas a blindarte, a vivir con mayor serenidad, y a disfrutarte mejor todos los procesos, los días, las rutinas. Porque por más difícil que pueda parecer andar por el mundo cuidando nuestra esencia, la realidad es que sí somos los dueños de nuestras vidas, sí manejamos y nos pertenecen las decisiones que tomamos, sí somos los dueños de los silencios que permitimos, de las preguntas que hacemos y de las respuestas que damos.
Somos los únicos que podemos decidir qué tanto de nosotros darle a los demás, y qué tanto les permitimos a los demás entrar en nosotros y en nuestra realidad, una realidad a la que sí podemos darle color, y que aunque fuera de casa a veces trate de ponerse gris, el recordarnos felices con quienes nos aman, siempre nos debe servir de bastón y también de trampolín para que no se nos olvide que ni siquiera el cielo es el límite.
La realidad verdadera es que todo en la vida pasa, los buenos y los malos momentos, los puestos de trabajo, los viajes, las fiestas, las tormentas, los arco iris frente a los que todos celebramos, el tiempo. El tiempo que se va volando y nunca avisa, y a veces ni te da tiempo de pensar que estás haciendo con él; pero hay algo que no pasa, hay algo que si se queda siempre, y son las voces de todos aquellos que de verdad te quieren tal y como eres, aquellos que te enseñaron un día lo que es un hogar, los amigos que te ven crecer, y los recuerdos, esos que sólo tú administras junto con tus sueños y los sueños que vuelves planes.
¡Porque nunca vuelves a la realidad, tú llevas tu realidad contigo y nadie puede cambiarla si tú no se lo permites!
Así que si tienes a alguien que está siempre esperándote en casa, o alguien que espera todos los días que le cuentes tu día, debes estar agradecido porque esa es tu realidad, porque siempre puedes superar lo que pase cuando sales de casa, porque siempre tienes un lugar seguro, porque no eres lo que te pasa, sino lo que haces con lo que te pasa, y porque siempre que recuerdes que eres tu propio jefe en esto de estar vivo y entender que cada día cuenta, vas a estar haciéndolo bien.
Da siempre lo mejor de ti, no te conformes con la comodidad, ve por más, arriésgate, salte de los lugares que conoces y ve por historias nuevas. Cumple lo que prometes, pero sobre todo cúmplete a ti lo que te prometes. No te compares, no juzgues, no recibas juicios de quien no te enseña nada, no dejes de ser tú porque alguien te lo pida, no sacrifiques quien eres por llegar a algún lugar.
No todas las fichas encajan, y no tienes que encajar siempre.
Déjate ser a veces el patito feo, no tengas miedo a ser diferente, no huyas cuando las cosas se salgan de control, tú controlas tu realidad, tú eres dueño de ti siempre, en todo lugar y contexto, y más importante aún, tú eres lo que tú piensas y sabes de ti, no lo que otros quieren que creas o peor aún que dejes de creer.
Puedes dejar ir a quien no quiere quedarse a tu lado, pero nunca puedes dejarte ir a ti, de ti mismo, de darte la mano, de elevarte, felicitarte, guiarte, hacerte cada día más auténtico, más tú.
Nadie que deba aparentar algo que no es, es feliz, y la verdad sobre la vida real es esa, no puedes vivir siendo quien no eres, no puedes cohibir tus pasiones, no puedes dejar a un lado lo que amas sólo por asegurar lo que necesitas.
No dejes ir la alegría que te regalan las vacaciones cuando se terminan, no te opaques por volver a la rutina, tú eres la estrella que decide cómo contar su historia, y todos los días, a cada instante puedes decidir qué y cómo escribirla.
Tú realidad eres tú, el mundo que tienes en tu cabeza, cuídalo porque ese es el lugar en el que sí o sí, pasarás toda tu vida.
Mucha energía, amor y calma para este nuevo comienzo.
¡Qué afortunados somos de poder siempre empezar de nuevo!
Los quiero profundamente por el resto de los días.