Esto ha sido como una fiesta: me arreglé para vivirlo, vivirte, verlo, verme bien, verme a gusto. Hemos bailado muchísimas canciones en este encuentro maravilloso, este lugar me ha hecho crecer como nunca lo pensé y en tus brazos también alguna vez encontré lo que buscaba.

Este capítulo me ha gustado como el de uno de tantos de mis libros favoritos, aprendí con cada página, de ti, de los dos, de lo nuestro. He aprendido que lo perfecto realmente es enemigo de lo bueno, que si las cosas no empiezan por mí, no funcionan, y por sobre todo que no se trata simplemente de vivir, sino de ser feliz mientras lo hago. Y aunque la felicidad viene de adentro, y crece en uno como una planta que hay que regar a diario, en el jardín donde seguimos tratando de florecer ya no hay nada que me siga haciendo crecer.

Gracias, pero me voy.

Esta es una fiesta en la que la música ya no es la que me gusta bailar, ya no me emocionan las luces del salón, ni quedan invitados con quienes quiera seguir compartiendo. Esta es una fiesta que disfruté mientras duró, pero ya no me hace cantar, ni suenan las canciones que me inspiran, ni doy ni recibo el amor con el que llegué.

Gracias por las horas, los días y los meses que has compartido conmigo, gracias por darme de ti y dejarme darte de mi, gracias por permitirme sostenerme de este cuento y gracias también por dejarme partir. Porque no puedes detenerte a esperar que la piel vuelva a erizarse o se erice por primera vez después de tanto tiempo de haberlo intentado todo.

Nadie más que uno mismo tiene la responsabilidad de hacerse feliz, pero si existen cosas que nos facilitan la felicidad y otras que la frenan. Y la valentía también es saber cuando levantarse de una mesa en el que a uno ya no le inspira reir.  

Dicen que normalmente sufre más quien se queda que quien se va, pero decidir irse también es desprenderse de un pedazo de uno mismo, es alejarse de cosas que se consideran seguras, de lo conocido, de lo que para mal o para bien nos ha mantenido a flote, y emprender un camino que uno nunca sabe si lo elevará o le dará tragos amargos.

Hoy es mi turno, porque aunque parezca que las cosas estuvieran bien, hace días que no sonrío genuinamente al verte, o al venir a este lugar, eres la seguridad pero no la alegría, eres lo que conozco pero ya no lo que disfruto, eres el lugar en el que sembré una infinidad de intenciones, y en la cosecha descubrí que no es la tierra que quiero recorrer, ni la que me hace enloquecer de emoción, ni la que lo arregla todo para que mi alma normalmente se sienta feliz.

Gracias, pero me voy.

 No diré que seas tu, que algo te haya faltado, aunque está de más decir que algo entre nosotros no fue como lo soñé, cuando dos piezas de un rompecabezas no van juntas, se dañan si intentas pegarlas, y yo no quiero dañarte a ti, o dañarme a mi intentando seguir.

Lo mismo pasa con las cosas que decidimos dejar, los lugares, los planes, los destinos, las ideas, despedirse no es fácil, pero es de las cosas más necesarias en la vida.

Y esta despedida sabe a liberarnos de la presión de tener que ser felices donde todo parece perfecto, pero la piel no lo siente; liberarnos del peso de tener que darnos la orden de sonreír cuando las sonrisas deben nacer inocente y tranparentemente; liberarte de mi y de la poca felicidad que me produce seguir con esto.

Gracias por el tiempo, por el espacio que me abriste cerca de ti, gracias por pretender quererme a mi y mi desorden, mi caos que pocas veces entendió que este no es mi lugar, gracias, pero me voy.

Me voy porque la felicidad es otra de esas cosas que no llega a quienes se sientan a esperarla, o a quienes por miedo a perder algo prefieren vivir una vida que aunque esté lejos de ella, parece tranquila. Me voy porque no quiero sentarme a ver como pasa el tiempo mientras me sigo negando que lo nuestro es una de las cosas que no me está dejando ser feliz. Me voy porque hemos bailado lo suficiente y aún así no quiero quedarme, he cumplido con mi parte, lo he intentado todo, he dado lo mejor de mi, he usado mis mejores vestidos, he decorado lo mejor posible mi corazón para ti, para que esto brille, pero ya ves, hay brillos que en la vida se dan y otros que simplemente no llegan.

Gracias porque no tienes la culpa de que haya decidido irme, gracias por haber sido un lugar en el que me detuve un tiempo para lograrlo, no siempre es tan fácil encontrar donde escampar de mil tormentas; gracias, pero me voy.

La felicidad pocas veces toca las puertas, la felicidad tiene que encontrarte buscándola porque si no se devuelve, y uno tiene que encargarse a diario de listar las tareas que le corresponden para seguir trabajando en ella.

Ser feliz también es de valientes, ser feliz te hace dejar ir muchas cosas, despedirte de otras, abandonar muchas. Ser feliz no es sólo lo que tienes, sino de lo que te desprendes. Lo que también pierdes.

Y hoy yo te pierdo a ti, para no seguirme perdiendo a mi.

Gracias por este baile, gracias por esta fiesta, gracias por la canciones, gracias por los lugares, por los ruidos y las ilusiones…

Gracias, pero me voy.