Pasa que a veces quisiéramos ser como las máquinas que cuando están atrofiadas reseteamos para que vuelvan a empezar, se destraven, arranquen, olviden. Y pasa que aveces nos acostamos prometiendo empezar de cero al día siguiente pero siempre hay algo de lo que dejamos atrás que duele. ¡Qué práctico seria desprendernos de recuerdos con un parpadeo, o con un deseo que lanzamos soplando una vela! Pero la verdad es que aunque muchas veces en la vida nos proponemos empezar de cero, somos obras de arte que van acumulando colores de todo aquello que viven: lo bueno y lo malo; y de eso, aunque no lo creamos también se sostienen.

Me encanta pensar en como nuestra mente toma decisiones y entre esas aparece cuando lo necesitamos un: Empezar de cero, o empezar de nuevo. Empezar que es la gran fortuna que tenemos todos los días mientras estemos vivos y decidamos tener las riendas de nuestra vida.

Hay cosas que van a dolernos tanto que parece que es el final, pero la verdad es que la vida también está llena de finales y aunque no estemos listos ni listas para la mayoría de ellos, lo que realmente funciona y nos hace mantenernos en pie es no olvidarnos de la fortuna de poder volver a empezar.

Lo que realmente pasa cuando pensamos en empezar de cero, es que el sólo hecho de pensar en ese cero, supone que lo hemos perdido todo, que estamos un poco rotos y desarmados, que tenemos cosas por olvidar y cosas por reprogramar. Empezar de cero parece algo que precede una derrota; o al menos en mí a veces parece tener ese tono duro y difícil que supone haber perdido algo, o muchas cosas, mucho tiempo, mucho amor, mucho corazón y mucha vida; y tener que levantarnos para decir: perdí pero empezaré de cero.

Y la verdad es que, con el paso de los años y los daños, (porque normalmente los soñadores nos caemos ucho más frecuentemente), he descubierto que no es real que empecemos de cero cada vez que perdemos algo, o que intentamos recorrer caminos nuevos.

Somos libros que vamos escribiendo, y aunque pasemos de páginas y empecemos capítulos nuevos, la mayoría de historias que quedan escritas no se queman, ni se olvidan; quizás son páginas que pretendemos no leer de nuevo, pero ahí están, enseñándonos la diferencia entre lo que nos hace daño y lo que consideramos bueno, porque no cambiamos nuestro libro de vida, avanzamos en él.

Y con esto no quiero romper la esperanza de que sea posible empezar de cero, porque es un pensamiento que también siempre nos saca del desasociego de haberlo intentado todo sin lograrlo, porque como seres humanos necesitamos convencernos de que por mal que nos vaya en algo siempre vamos a poder cambiar de dirección y vivir cosas nuevas, lejos de lo que nos ha dolido, fuera de lo que nos ha impedido crecer, cerca de todo aquello que nos llene de esperanza; porque la esperanza de que algo mejor llegue es el único sentimiento que uno siempre debería tener a flor de piel en esos momentos de heridas abiertas o de cambios inesperados. Pero si quiero que sepas que todo lo que vivimos a diario, sea en días negros o días soleados, nos forma, nos enseña, nos reprende, nos enruta.

No somos las máquinas que se resetean, somos humanos que deciden darse nuevas oportunidades en las que seguro no se vuelven a cometer errores del pasado, no dejamos que nos hieran de la misma manera, no creemos las mismas cosas, pero por sobre todo siempre sabemos que merecemos lo mejor y no podemos conformarnos con menos de eso. Y cada quien sabe que es lo mejor para si mismo.

No borramos lo que somos, no podemos; pero sí  decidimos levantarnos, limpiarnos el barro, cambiarnos de look, crear un nuevo camino, abrir los ojos, intentarlo de nuevo, volver a empezar. Y volvemos a empezar llenos de lecciones. Sabiendo lo que no debemos hacer, reconociendo nuestras debilidades, adorando y fortaleciendo nuestros dones, seguros de lo que queremos y expectantes de lo que las nuevas rutas puedan traernos.

Empieza de nuevo, empieza cuántas veces sea necesario, empieza sin tener nada, empieza con miedo si así lo sientes, empieza dejando atrás lo que no quiso quedarse, empieza por ponerte de primeras en todas partes, empieza. Aunque estés roto, rota, aunque parezca que no tienes nada de donde agarrarte, empieza y no le huyas a arriesgarte, empieza para celebrar que aún después de caerte puedes volver a moverte. Empieza para que nada pueda por siempre apagarte, nadie escribe mejor que tu el libro de la vida que soñaste.

Empieza aunque me haya atrevido a decirte que la verdad es que nunca empezamos de cero, porque los años dejan todo en nosotros, porque somos esponjas que absorben vida, maletas con recuerdos de los que tenemos que encargarnos para que no estorben, sino por el contrario nos ayuden a no caer de nuevo. Siempre puedes volver al ruedo, aunque tengamos solo una vida, podemos moldearla como queramos cuantas veces queramos, aunque nunca estemos en ceros, porque de todo lo vivido aprendemos, siempre podemos movernos, cambiar la dirección, jugar a no saber nada y llegar para entenderlo todo de nuevo.

La vida es este montón de páginas que vas dejando escritas, algunas para nunca volver a ser leídas y otras muchas para ayudarte a recordar siempre el por qué de algunas heridas, y lo importante que es decidir siempre empezar de nuevo a llenar los días.

Cada mañana, al despertarnos, somos todos una hoja en blanco que se decide por empezar de nuevo, porque ya sabe lo que le gusta, lo que sueña y repite: “Esto soy, y esto es lo que quiero”