-¿Qué es la derrota?- Me preguntas mientras se me llenan los ojos de lágrimas y pierdo la fé. Mientras cansada me devuelvo a recorrer paso a paso lo que hice para lograrlo, lo que he dejado, lo que he vendido de mi, regalado. Las noches que he pasado sin dormir, las oraciones que he hecho, la energía que he ido dejando por ahí.

¿Dónde está? ¿A dónde se va el deseo de lograrlo? ¿Las horas que he invertido en llegar al otro lado?

-¿Qué es la derrota?- Me preguntas mientras siento derrumbarme, con ganas de desistir y dejarlo todo a veces. No hubo día que no pidiera por ello, o noche en que no me durmiera pensándolo. La derrota es esto, este vacío que me ves puesto en la cara, cuando cansada decido que esta vez no voy a sonreír, porque  parece se me han empolvado las ganas. Soy un pedazo de árida tierra, he perdido, por primera vez, o de nuevo, he perdido, y aunque hablemos mucho de perder, nadie nunca lo aprende como es.

La derrota es esto, este camno sin retorno, este volver a intentarlo que parece castigo, este

¿Me quedo? ¿O mejor me voy? ¿O quizás lo olvido?

¿Pero si lo di todo? ¿Si lo he dado todo? ¿Qué pasa si nadie a mi alrededor lo nota? ¿Lo noto yo?

-¿Lo notas tú?- Me preguntas mientras sigo preguntándome qué hice mal, en qué falle. ¿Significa esto que nunca podré?

-Nunca nada significa que nunca podrás.

Significa quizás que va a tomarte más tiempo, o quien quita ya ves, que ese no sea el lugar, el camino que has de andar. Significa de pronto que esta derrota anticipada, cuando perdemos antes de sentir que hemos ganado algo, viene a decirte que quizás sea en otros brazos, o en otra sala, o en otro ambiente, o  en otra ruta, que la alegría del triunfo te esperan.

Puede que la derrota te sumerja en una pausa de esas que impiden moverse, porque no sólo pierdes algo que querías, puede que te pierdas también a ti, un poco, cuando decides tomar esa derrota para hacerte daño; cuando optas por concluir que el problema es que “no eres suficiente”, “no das la talla”, “no diste todo lo que tenías que dar”

-¡Pero estoy segura que di todo lo que tenía que dar!

-¿Y entonces por qué te castigas?

Nadie que ha decidido vivir plenamente, entendiendo que vivir plenamente es arriesgarse a perder, puede decir que nunca ha sido derrotado.

Yo también he sido derrotada, varias veces, cuando ninguna puerta se abre, cuando otras que querían abrirse se cierran, cuando parece que el viento es el único que acoge mi voz, y al final nada pasa, nada es diferente.

Nos encaminamos todos los días en senderos cuyo objetivo es hacernos vivir intensamente, y vivir intensamente es comprender que la vida es una balanza donde nadie puede asegurarte que estás a salvo, que no vas a encontrarte de nuevo frente a frente con la derrota, incluso cuando se disfraza de triunfo pero duele, y duele.

¿Te has puesto a pensar en que cada uno tiene sus derrotas? ¿Qué vamos todos montados en un carrito cuya ruta no conocemos pero vamos andando y avanzando aunque nos de miedo?

Nos da miedo porque el miedo más grande que tenemos todos en la vida es a perder. Y una gran pérdida, de la que por suerte podemos salir, es la que llega de la mano de la derrota, cuando empiezas a bombardearte a ti mismo porque el otro lo hizo mejor.

No te ayudas en nada pensándolo. No es correcto creer que las cosas nos pasan simplemente porque a nuestro alrededor hay personas mejores. Esta carrera llena de obstáculos, la corremos solos cuando de derrotas hablamos. Porque nisiquiera quienes más te aman van a poder entender el dolor que puede causar en ti una derrota, y no tienen porque hacerlo.

-¿No van a entenderme nunca cierto? Mi derrota es mía, me duele a mi y me pone por momentos en un paisaje gris, aquí sentada contigo, tratando de salir, siento que quiero rendirme. ¿Por qué a mi? ¿Por qué esta vez?

-Esta vez, y quizás muchas otras. ¿Pero sabes? Aunque suene a frases de cajón, la vida tambien consiste en empezar a ver lo bueno de las cosas, y la derrota tiene dos grandes partes que vas a agradecer toda la vida:

La primera

La libertad que te da aprender a perder, porque vas perdiendo miedos al mismo tiempo. Y cuando pierdes miedos no vas a dejar de intentarlo.

Y la segunda

Entender que es preferible una derrota, que una duda. La duda que queda cuando te paralizas antes de hacerlo, porque vivir es justamente no quedarse quieto, ir por más, ir por eso que parece que puedes alcanzar, aunque te cueste, y cuesta mucho, pero aún si lo que encuentras al final del camino es un NO, vale más esa respuesta que tus preguntas.

Así que toma tu derrota, aprende de ella sin juzgarte, y si encuentras un error en ti, lo corriges, y si no hayas razón, lo dejas pasar para que no te consuma, pero te levantas, porque bien dicen que ningún mar en calma ha hecho experto a un marinero, y tu y yo vinimos a este mar a navegarlo, navegarlo sin miedo.