No sé si puede que este mensaje esté llegando tarde, como tarde siento que me di cuenta que esto que estoy por decirte, necesitaba decirlo yo, y me aliviará saber que lo escuchas, o lo lees, ahora que ha pasado un tiempo.

Te escribo porque creo que mereces saber que después de todo si caí en cuenta del daño que te hice, solo que a veces tardamos en notar que nuestras decisiones pueden estar hiriendo a otros. Y yo la verdad no me propuse herirte, pero tampoco me detuve cuando estabas en riesgo de ser herido. Y por eso soy culpable, y por eso a veces sonrío fríamente porque me hace falta escribirte esto y que sepas que de corazón lo lamento.

La vida es un montón de decisiones en las que están metidos un montón de corazones y cuando uno tiene la fortuna de entrar en uno de ellos, lo mínimo que debería hacer es tener cuidado para no dejarles dolor dentro, para que no pierdan la esperanza de encontrar a alguien más, ni para que se vayan volviendo piedras asustadas por un nuevo dolor.

Yo sé que fui la causa de uno de tus dolores, lo sé porque recuerdo tu cara cuando nos despedimos, cuando no encontré razón para quedarme y ni siquiera era consciente de que en ese momento, era yo quien estaba siendo la causa del dolor.

Toda la vida me he preguntado si es más fuerte ser el causante del dolor, que quien lo sufre; y en este tiempo pensando como volver a acercarme a ti para terminar con algo que provoqué me ha hecho sentir que el peso de herir a alguien se demora más en irse que la herida del herido.

Y con este peso que ahora sabes que llevo, es con el mismo que te estoy escribiendo colgada de la esperanza de que al ver mi nombre en esta carta no dudes en abrirla, porque todavía espero que hayas enmarcado en algún lugar lo bueno, porque de verdad nos quisimos y aunque jugué con eso, te quiero.

No es posible que juguemos con alguien que nos tiene planes, alguien que nos tiene en sus planes, mejor dicho. Ya sé que era parte de los tuyos, sé bien que nunca viste venir mi deseo de irme, o que yo no vi venir jamás esa parte de mi que jugó contigo, y tambiñen conmigo, lo creas o no, irse dejando a alguien herido no es un fácil camino. No quise terminar con tus ojos brillosos ni tu manía de sonreñir veinticuatro horas al día; al final esa fue la sonrisa por la que un día quise jugármelo todo, pero ya ves, a veces el juego termina porque un jugador se levanta de la mesa. Yo me levanté de la mesa mucho antes, lo sé, sin siquiera darte un preaviso, y solo ahora que hasta apenas entiendo porque me ha seguido doliendo el alma, es que te escribo porque no encuentro otro camino de decir l

…Lo siento, perdóname, no quise, aunque pareciera que sí.

Siempre va a parecer que quienes hacemos daño olvidamos lo importante de los momentos vividos, o no tuvimos en el corazon suficiente espacio para todo aquello que quisieron darnos.

…Lo siento, perdóname, no quise, aunque pareciera que sí.

No quiero pensar que es demasiado tarde, aunque tampoco es mi intención avivar tu herida, no pretendo que se te olvide el daño que te hice, pero tampoco puedo seguir pasando días co un “Pérdoname” en la cabeza, en el alma, en los labios.

Tardamos mucho en notar que decidirnos por dejar a alguien, irnos de algún lugar, romper algún sueño, omitir algo que sabemos, herir al otro, todo, al final se va quedando en nosotros, y que el daño que hacemos a quienes nos piden un lugar dentro nuestro, crece dentro de nosotros como una pequeña semillita que nunca conoce el olvido, y que por eso necesita que ese otro diga: Te perdono.

Gracias por haberme dado la oportunidad de sentirme tan especial, tan querida, gracias por no haber roto ningún pedacito mío, como pude haberlo hecho yo. Gracias por estar leyendo esto, por recordarme, por hacer que esto haya sido posible, escribirte y sacar de mi este deseo gigante de pedir perdón, esta necesidad de salir del desasosiego de ser quien deja abierta una herida y la va  llevando consigo para darse cuenta que no se va a ir hasta que no sanemos los dos. Tú que lloraste mi ausencia, y yo que la provoqué.

De verdad lo siento, como siento haberme demorado en entender cuánto lo sentía realmente, perdóname pensando en hacerle bien a alguien que quisiste tanto, y que también te quiso, y te quiere, aunque cueste creerlo, te quiero.

Gracias por dejarme volver a ti con esto, gracias por dejarme decir: Lo siento.