Escribo esta carta porque de no escribirla se quedarían en mi un montón de flores que hubiese querido entregarte pero que no hubieses podido recibir, o quizás no estaban hechas para que te las entregara a ti. Escribo porque sé que fue real lo que sentí y lo que quise seguir sintiendo estando cerca de ti, pero ya vez, ni tú ni yo llegamos a encontrarnos donde se supone que el amor de verdad florece.

De los amores prohibidos o imposibles, sé que puede que a veces duren para siempre, porque realmente nunca empiezan; y ese es el problema con las que cosas que nunca encuentran un principio, o las que nunca vivimos; y es que nunca encuentran un final, así que quizás voy a estarte pensando eternamente, aunque hoy esté despidiéndome de ti.

Hice de cada uno de nuestros ratos una historia que fuera digna de contarle a mis nietos cuando en unos años siga recordándote, esperando ya no con esta tristeza profunda, sino con un deseo inmenso de saber que estás bien, que quizás también me recuerdes y que un café en el que pudiéramos encontrarnos no nos caería mal. Y es que te vas a cruzar con tantas personas en la vida, al igual que yo, que esperar que puedas resaltarme a mi entre todas ellas, es lo único que puedo pedir ahora, para creer que algo de lo mucho que dejas en mi, se haya quedado también de mi contigo.

Espero que haya cosas que te recuerden mi manera dulce de entregarme a ti en los ratos en que me fue posible, mis maneras y mi forma de mirarte, hablarte, lucharte, como si fueses una batalla que nunca supe si ganaría pero que nunca hubiese dejado de batallar si me lo hubieras pedido, pero ya ves, antes de oírte decir “Quédate”, me he ido.

Y me despido de ti no en un final doloroso de esos que están cargados de preguntas, sino en un final en calma en el que he decidido levantarme de la sala de espera porque parece que a mi no es a quien esperas. ¿Y no te culpo sabes? No puedes culpar a nadie que no te quiera como tu quieres que te quiera, eso lo aprendí desde pequeña. No puedo y no quiero obligarte a pasar días conmigo cuando quizás tanto tú como yo, nos estamos perdiendo del amor verdadero. Este amor que parece que siento no es tan llevadero, no me deja levantarme tranquila y esperar tu llamada de los Buenos días, no estamos fluyendo, y si el amor no fluye tienes que buscar otros ríos, u otros mares, porque el agua que no corre, se estanca, y yo y mis alas no podemos quedarnos varadas.

Por eso, empapada de ti, te estoy dejando ir, porque hice un recuento de los caminos que he intentado construir para llegar hacia ti, y en ese recuento también vi que nadie venía buscándome a mi.

Traté de dejar de pensar en todas las cosas que pudiesen oponerse a que estuviéramos juntos, desde los otros y sus “peros” para lo nuestro, hasta tus pocas ganas al final de seguirme queriendo.

Los amores prohibidos no existen amor, existen personas con miedo que no pueden aceptar querer dejarlo todo por alguien, o definitivamente sólo están dejándose llevar por una fascinación momentánea y nada les hace sentir deseo de ir más allá, de amar. Los amores prohibidos no existen, porque el amor si de verdad es amor encuentra su manera, asi esa manera también duela.

Y aún así también regué las flores que te daba a diario, embellecí los planes que inventamos, mantuve siempre vivos los deseos de hacer crecer el jardín en el que pensé que podrían jugar nuestros niños. Pero el amor que te di aunque no esparaba nada a cambio si necesitaba poderse recostar en tu hombro, en tu boca, en otro amor que lo mantuviera de pie; pero ya ves, al parecer el amor que planeas dar no iba en dirección al mío.

Por todo y más, me voy. 

Me voy lejos de la idea de tenerte por siempre, o simplemente tenerte, me voy porque no quiero marchitarme esperando que quieras verme florecer a tu lado, me voy porque alguien merece el amor que brota de mi, el mismo que no llegó a brotar en ti. Me voy porque quiero planear una infinidad de cosas con un par de manos que quieran sujetarme sin miedo, y me llevo conmigo mi lista de planes por cumplir.

Cuando me veas sonriendo, o cuando volvamos para tomarnos ese café sin penas, te contaré la gloria que trajo esta valentía de dejarte. ¡Porque qué valiente me siento ahora que he decidido ya no refugiarme más a tu sombra!

Te voy a querer por siempre, de eso puedes estar seguro, prefiero coleccionar amores que dolores, y las sonrisas que me regalaste las guardo en el bolsillo por si algún dia me faltaran; pero el amor que me imagino vivir no se parece al que creímos tener algún día, no brillaban tus ojos, y se encharcaban muy a menudo los míos, no volabas tú ni volaba yo, no ibas a saltar cuando yo saltara, no serías mío como yo hubiese querido ser tuya. Nunca fuimos más que uno y medio, nunca fuimos cura ni remedio.

Me voy sin que me lo pidas, porque en este intento loco por enamorarte me he enamorado de mi, y ahora que estoy locamente enamorada de mi no puedo quedarme en ti ensimismada, sin ser libremente yo, a mi manera, con mis absurdas ideas y las flores que parece que a diario crecen en mi cabeza. Me voy en paz, como se va quien ha dejado todo sobre la mesa, como se va quien sabe que tiene mucho por darle a otro cuerpo que lo reciba sin dudas.

Llevo intactos los sueños en mi bolso, nunca los he sacado de ahí para que no pudieran romperse con algúno de tus silencios, me voy completa, por suerte, no estoy echa pedazos ni me duele haberte querido tanto, ¡Qué lindo es saber que tengo tanto por hacer! Después de dejarte ir, vuelvo a mi ilusionada conmigo y con la sed que tengo de ser feliz. No me voy rota, estoy entera, una mujer completa.

No vayas a olvidarte de mi, ya sabes que yo tampoco de ti, se olvidan más los amores que se acaban que los que nunca comienzan, así que guarda en tu agenda el café que vamos a compartir en un tiempo, cuando tu tengas algo que contarme y yo pueda hablarte del amor que encontré después de dejarte.

Gracias por este amor que no pudo ser, por liberarme de la idea de quedarme en ti. Gracias por dejarme ir, no espero nada más que un abrazo al partir.