Confío en que cuando leas esta carta, toda la prisa habrá finalmente terminado, y habremos llegado a experimentar todo eso que hoy ronda por mi cabeza como una canción que me gusta y que por eso se repite, pero que a la vez no me deja descansar tan tranquilamente. Confío en que realmente llegues a leer estas líneas sentada en una silla mecedora rodeada de ventanales que van de piso a techo por los que entra sol durante todo el día, y que eres feliz mirando fotos de una vida que resultó ser como la soñamos hoy.

Hoy que la forma más natural y pacífica que he encontrado para combatir la ansiedad, es justamente escribirte llena de fé para imaginar que todo lo que me cuesta hoy, será una anécdota más mañana, y que tu descansas orgullosa por la vida que tuvimos.

Dicen que la ansiedad llega cuando la cabeza va más rápido que la vida misma, y es eso justamente lo que estoy experimentando ahora que pedacitos de mi ser se emocionan por sentir que son tangibles un montón de sueños, pero al mismo tiempo se paralizan de pensar lo mucho que van a costarme y lo poco clara que es la ruta en la que nadie te asegura si vas a poder llegar a la meta.

Hace poco alguien que queremos mucho, me dijo que se había pasado cincuenta años de su vida sin tener la fuerza para mostrarle al mundo quien era y qué era todo lo que podía ofrecerle realmente, y con eso fue suficiente para hacerme derramar un par de lágrimas, no sólo por él, sino por la incertidumbre que me consume ahora que he decidido que definitivamente vine al mundo a algo más que cumplir la lista de chequeo que trae la sociedad consigo.

Quiero salirme de la raya, devorarme pedacitos de mundo, los suficientes para sentir que ningúna parte de mi se está perdiendo de llegar a su máximo potencial, y no quiero pasar mis dias pensando en la torturante idea de que mi camino es otro, pero que por miedo debo seguir el que está trazado.

Así que  espero que mientras tú lees estas líneas sonrías recordando a la mujer que te escribe ahora y puedas susurrar algo como: “Te hubieses evitado muchos malos ratos de saber que ibas a lograrlo”

Creo que todos al final soñamos llegar a tu edad con la satisfacción de haberlo logrado, y haberlo logrado es muchas cosas:  unos se mueven por la estabilidad, otros por la efusividad, por la aventura, otros por el amor, por la familia. Yo por ejemplo, no sólo espero que cuando leas esto estés llena de recuerdos de todos los momentos que te quitaron el aliento mientras se hacía real lo que sueño hoy, sino que además nuestros nietos estén revoloteando la casa y el amor de nuestras vidas se siente contigo a preguntarte ¿Qué lees amor? Así como lo hace hoy en día.

Espero que en la mesa de centro de tu sala tengas un álbum de fotos del matrimonio que aún para mi no ha sido pero que imagino a diario, y sigas recordándolo enternecidamente tantos años y tantas vidas después, porque creo que la vida está dividida en pequeñas vidas que casi todos llaman etapas, pero a mi me gusta sentir que renacemos cada vez que algo nuevo se asoma, o cada vez que dejamos algo atrás; así que para cuando leas esta carta habremos vivido varias veces, varias vidas, de las que espero salgamos triunfantes y que si nos equivocamos o nos duele el corazón sepamos exactamente cómo darle lugar a la tristeza, pero que nunca nos quedemos ahí.

 Quiero pensar que en este recorrido que me falta para llegar a ti, nunca va a faltarme una razón ni para continuar con algo, ni para volver a empezar; y que si hay finales que tenga que vivir los use como inspiración y no como derrota.

Quiero que sepas que desde la juventud estoy haciendo todo lo posible para que seas la mujer más feliz y con menos arrepentimientos y preguntas que exista sobre la tierra, quiero que al llegar a ti no nos queden sin sabores por algo que hubiésemos querido hacer a lo largo de esta ruta, sino que por el contrario si tengamos algunas marcas de las mil cosas que intentemos por no quedarnos nunca con un ¿Qué hubiera sido si?

No quiero que te sientas melancólica cuando leas estas líneas, no quiero que tengas ningún peso encima por preguntas que no hayas contestado; quiero que dejes a un lado las ansias que me acompañan cada mañana al despertar y a veces en las noches cuando siento que pasó un día en el que no hice mucho más que existir, e incluso dejar que un rincón pesimista de mi cabeza me gane una que otra batalla. Quiero pensar que mientras lees esta carta susurras con fuerza que ganamos más batallas de las que perdimos, y que vamos a lograr asegurarnos que al final de nuestros días todos los corazones que nos hayan tocado sientan alguna diferencia después de pasar a través de nosotros.

Te escribo porque no encontré otra forma de entregarme al fluir de la vida hoy, porque me aterra quedarme varada en un lugar dando círculos que no avanzan, y porque sé que nada de lo que imagino es fácil o va a pasar mientras me quedo quejándome por lo difícil que pueda ser; así que imaginarte a ti, espléndida, victoriosa, amada, orgullosa de ti y tranquila de haber hecho real todo lo que te propusiste, me invita a no desfallecer, a intentarlo todo, a respirar en calma y a entender que cada día trae su afán y que de lo que debo encargarme es de mantenerme firme creyendo en mi.

Por más dificil que parezca, por más retador que suene, nada bueno va a pasarme si esto no empieza por creer en mi. Supongo que tú, sentada en ese rincón soleado de tu casa, sabes a lo que me refiero, y espero estés pensando en lo lindo que fue ser tu propia admiradora, y creer en el poder que tenías desde joven para que los demás te recordaran y para sentir que mordisquear el mundo era lo más gratificante y que si sabe a lo que me imagino que sabe: ¡A estar completamente vivo!

Ale, de corazón y llena de esperanza espero que no te haya quedado nada pendiente, de tantas e infinitas cosas que soñabas a los treinta.  Espero que por fin tengas más respuestas que preguntas, y que aunque estés un poco golpeada y cansada, no se te olvide que es por la vida tan soñada que viviste. Espero que tus nietos disfruten ir a visitarte y oir tus cuentos los fines de semana, y que el amor de tu vida siga siendo la primera persona que ves al abrir los ojos en las mañanas. Espero que sigas dedicándole tiempo a pensar qué ponerte, cómo arreglarte todos los días. ¡Qué sigas siendo siempre vanidosa! Y que cuando te mires al espejo te acuerdes de mi, y sonrías, y pienses: ¡Qué agradecida estoy con mi yo de treinta, pobre loquita, vivía a mil! Quiero que tu sonrisa siga siendo siempre referencia, y que no dejes nunca de escribir. ¿Ya les escribiste un poema a tus nietos? Estoy haciéndolo todo para que seas feliz, y ojalá alguien quiera leer  nuestros libros e incluso la biografía que estas escribiendo.

Espero que seas recordada por todos, para siempre, y espero por sobre todas las cosas que estés locamente enamorada de ti y de todo lo que hiciste en la vida.


Te quiero y todos los días trabajo por ti, en ti, y en mi.