¿Sabías que las cosas que piensas que van a pasar y te afectan, aunque no hayan pasado, realmente te hacen daño con sólo pensarlas? ¿Sabías que el inconsciente las toma como realidad y hace que todo tu cuerpo reaccione y se ponga en alerta para ayudarte a sobrepasar dolores, (que realmente no han pasado)? Yo la verdad tampoco lo sabía, hasta hace poco que empecé a leer “El milagro antiestrés” del Doctor Carlos Jaramillo, a raíz de todas las alertas que mi cuerpo me estaba dando, justo porque yo sin saberlo, lo tenía muy estresado. Y ¿Qué tiene esto que ver con la paciencia? – te preguntarás- A lo que yo a manera de autobiografía te respondo: Tiene todo que ver. Y cuando digo todo, es todo.

La palabra paciencia que al parecer siempre va de la mano con la larga espera, o la dulce espera, o la infinita espera, o todas las salas de espera juntas donde uno nunca quiere pasar mucho tiempo, es una de esas palabras que muchos usan y pocos aplicamos, justamente porque siempre estamos deseando que algo suceda, sin importar qué es eso que esperamos que suceda, qué suceda.

¡Y qué suceda ya! ¡No puedo seguir esperando a vivir ese increíble día! ¡Necesito que  esta crisis termine antes de terminar conmigo!

Y los malos ratos llegan justo cuando en esa larga espera queremos ir más rápido que la vida: tenerlo solucionado todo en el menor tiempo posible, cumplir los sueños rápido para disfrutarlos mucho tiempo en vida, terminar por fin este trabajo, conseguir por fin el trabajo soñado, transformar a quien me desespera, irme lejos, dejarlo todo porque se está haciendo muy difícil conseguir lo que quiero, bueno, ustedes ya seguirán la lista que puede ser eterna. A veces hasta parece que la vida se nos fuera escribiéndola: chuleando lo que uno va logrando y listo.

Y no, la verdad es que una vida plena es todo lo opuesto a la sensación que lo acompaña a uno en las salas de espera, donde la paciencia se agota y se esfuma con el pasar de los minutos, y uno simplemente siente que se le está yendo el día. Haciendo la paradoja: ¿Se han dicho ustedes alguna vez a ustedes mismos que se les está yendo la vida esperando algo?

Cuando uno empieza a preguntarse este tipo de cosas, cuando siente que las cosas no avanzan, cuando nos sentimos irritables por cualquier persona que nos rodee justo porque no hemos llegado a donde queremos llegar, es cuando nuestro cuerpo empieza a entender que estamos viviendo en el fracaso. Y vivir en el fracaso (aunque sea sólo una idea de la mente) es algo que como les dije al principio, nuestro inconsiente entiende como una realidad, aunque nosotros simplemente estemos imaginando que no vamos a lograrlo, porque sencillamente se nos agotó la paciencia.

Y cuando se agota la paciencia, no sólo se va la señora paciencia, se va la calma, y lo más difícil de todo, se nos empieza a nublar la sabiduría. Sabiduría para entender qué es lo que depende de nosotros realmente, y qué es lo que no está bajo nuestro control. Y la sabiduría es lo que al final uno necesita para tratar de aprender a vivir de la mejor forma posible la vida, sin llevarla al límite pero tampoco dejarla dormida, sin las presiones de un futuro incierto pero tampoco en la debilidad de un alma que no sueña no con nada.

Vinimos a vivir a nuestra manera, vinimos con ganas de comernos el mundo, y eso está perfecto, pero vinimos no sólo a comérnoslo para quedar llenos y satisfechos, sino que también hay que disfrutarlo. ¿No les pasa que a veces cuando comen con mucha hambre, comen tan rápido que no saborean bien la comida? A algo asi me refiero.

En la vida tienes que enamorarte del momento cero, y el momento cero punto cinco, y el momento uno, y los infinitos momentos que seguro van a venir antes del gran momento.

Y tienes que entender que la paciencia es la que va a estarte mirando plácidamente mientras te caes, mientras caminas, mientras emprendes nuevas rutas, mientras coses alas, mientras cierras heridas, mientras vuelas, y también cuando un día cualquiera sin darte cuenta, pero agradeciéndolo todo, llegas. Llegas porque has tenido el valor de no rendirte, pero no dejarte amargar por la famosa espera. Porque aunque no vinimos a esperar, la verdad es que las cosas buenas, las que más valen la pena, normalmente se demoran, y al final sólo las saborea quien tuvo un romance con la paciencia.

Ahora, ¿Por qué les dije al empezar que a manera de autobiografía he descubierto que la paciencia tiene todo que ver con lo que nos afecta? Porque cuando respiras paciencia, es justo cuando empiezas a vivir el momento presente, sí, sólo hasta hace poco que pude entrar al mundo de la meditación lo entendí: lo único real en cada segundo que va pasando es que inhalas y exhalas, y que te hace bien regalarle atención a eso que parece tan sencillo, para entender que la vida no es ni el gran día que esperas, ni las cosas que te angustian aún sin haber pasado, o las historias que nos imaginamos pueden pasarnos, pero lo repito: no han pasado. Así que empiezas a darle más valor a las 24 horas del día que te pertenecen, sin irte lejos a días que todavía no vives, o no vienen.

No se trata de eliminar planes, o no cumplir fechas, o abandonar metas, o sentarte a ver cómo va la vida ahora que sólo respiras. NO. Nunca les diria algo así. Pero si puedo decirles que la tarea es dejar  que la paciencia se vuelva la confianza en nosotros, y en las cosas que hemos hecho bien. “A las personas buenas, les pasan cosas buenas” (Me dice siempre Andrés cuando empiezo a enloquecer) Porque además, este artículo de hoy se los escribo justo en un momento clave en que la vida me ha dicho un montón de cosas que hoy les dejo aquí escritas como regalo:

Confía. Deja que el agua corra, deja que salgan de ti tus ideas sin importar si alguien se enamora de ellas, deja que el amor te roce la piel cuando menos lo esperes, dale tiempo a la vida para que empiecen a hacerse realidad tantas cosas que te imaginas, y por sobre todo: RESPIRA. Respira para que tu cuerpo sepa que las cosas que te dan miedo realmente no han pasado, y que no tiene por qué sufrirlas. Empieza todos los días con las cosas claras en tu cabeza pero no te cierres a dejarte sorprender. Y cuando algo o alguien te aleje de ti: RESPIRA otra vez. Vuelve siempre a quien eres, vive el presente. Porque la vida son muchos días, pero el único que controlas es este, este en el que leyendo esto RESPIRAS.